Comentario
Existen varias dificultades a la hora de establecer la cadena de la evolución que lleva a los grandes primates vivos y al hombre. En primer lugar, debemos mencionar que el tipo de restos encontrados son dientes aislados o fragmentos de maxilares, aún más escasos que en los restos de homínidos. En segundo lugar, la definición taxonómica de estos restos pasa por una constelación de atribuciones, y, por último, esta búsqueda de los antecesores se encuentra entorpecida, dado que algunos especímenes no presentan rasgos que nos lleven a la cadena de hominoideos vivos actuales, extinguiéndose sin descendencia clara. El registro fósil es más completo en África que en Eurasia, y más abundante en el Mioceno, aunque existen lagunas importantes por las cuales es aún más difícil la asignación taxonómica. Siguiendo a R. Kkein podemos comentar algunos especímenes.
En el Oligoceno, hace 30 millones de años, encontramos los restos del Aegyptopithecus y el Propliothecus. Entre ambos, el aegiptopiteco se acerca más a los hominoideos del Mioceno y es más reciente que el segundo. Sin embargo, ambos se muestran más cerca de la separación entre hominoideos y cercopitecos, cuya separación descansa sobre la base de diferencias divergentes en la dieta. A partir de ellos se presenta un lapsus en los hallazgos hasta alcanzar los primates del Mioceno Antiguo y Medio, donde encontramos más abundancia de fósiles.
En el Mioceno Antiguo africano, de 22 a 18 millones de años, se encuentra el género Proconsul. Es el más antiguo y recuerda a los grandes primates vivos y al aegiptopiteco. Su dieta era frugívora. El principal yacimiento del Proconsul es Rusinga (Kenia), en donde el medio ambiente se ha interpretado como un bosque tropical húmedo, oscilando hacia un medio más seco con arbolado difuso. Existe un debate sobre la determinación de su comportamiento, mitad arborícola y mitad terrestre (cuadrúpedo). Asimismo presenta un dimorfismo sexual muy marcado.
Además del Proconsul, se conocen cuatro géneros más. El Micropithecus y el Dendropithecus en Kenia occidental, donde coinciden con restos del Proconsul. Sin embargo, el Afropithecus y el Turcanapithecus aparecen en el norte de Kenia, donde el Proconsul es desconocido. El Dendropiteco era arborícola, pero adaptado a una marcha cuadrúpeda. En el yacimiento de Legetet se asocia a un bosque cálido de altura. Por otro lado, el Afropiteco muestra un avance en la separación entre gibones y los grandes primates hominoideos, que se calcula que sucedió entre los 17/18 millones de años. En el Mioceno Medio nos encontramos con la pervivencia del Proconsul hasta los 8/9 millones de años. A su lado se encuentra el Kenyapithecus, que aparece en yacimientos keniatas datados aproximadamente entre los 16/14 millones de años, y se tiende a considerarlo el ancestro de varios hominoideos del Mioceno Final euroasiático (Ourapithecus, Sivapithecus y Gigantopithecus), así como de los hominoideos actuales africanos. En el período comprendido entre los 17/18 millones de años el contacto terrestre entre África y Eurasia se incrementa, facilitando la expansión de hominoideos en Eurasia. Desde el sur de Europa hasta el suroeste de China, se conocen mejor estos especímenes que en Africa, debido a una mejor conservación de los restos. Así tenemos probablemente seis géneros.
El Dryopithecus era un cuadrúpedo arbóreo que rara vez aparece asociado al Pliopithecus, antecesor del gibón, y en su comportamiento se muestra como un primate arborícola adaptado a la suspensión de ramas. El Sivapithecus (12 a 8 millones de años) se conoce especialmente por los restos encontrados en los montes Siwalik, en la frontera indopaquistaní, y en Turquía. Con cierta discusión entre los investigadores, aparece también en Europa, China y Kenia occidental (Kenyapithecus wickerii de Fort Ternan). Se le considera el antecesor del orangután y engloba al Ramapithecus, estando habituado a un medio abierto. Sus restos son significativos, ya que muestran que probablemente se separara de la línea que conduce a los hominoideos y grandes primates africanos hace 12 millones de años, constituyendo el Ramapithecus la rama favorita en la línea de los homínidos.
La clave de la separación entre homínidos y chimpancés y gorilas se encuentra en el Mioceno tardío e inicio del Plioceno, de los cuales no hay apenas restos en África, en donde únicamente se conoce un fragmento de maxilar en Samburu (centro/norte de Kenia) asociado a una cronología entre 10,5 y 6,7 millones de años. Este resto parece representar rasgos del gorila actual, si bien pudiera ser asimismo el ancestro del chimpancé y los homínidos.
El Gigantopithecus, de gran talla, probablemente constituya el espécimen más grande de la historia de los primates, teniendo un comportamiento terrestre dado su gran tamaño. Su dotación en Siwalik es de 6,5 millones de años, pero es posible que sobreviviera hasta hace 500.000 años, siendo ya coetáneo del Homo erectus.
El Oreopithecus, por último, se encuentra bien definido en Fort Ternan, en un medio seco con bosque abierto de altura. Existiendo una laguna entre el final del Mioceno y parte del Plioceno, en donde ya encontramos los restos de los homínidos más antiguos.
De todo ello se desprende que nuestros ancestros eran principalmente arborícolas, que descendían con frecuencia al suelo, pero no presentaban los caracteres de especialización de marchadores cuadrúpedos como los babuinos actuales. Por ello las claves de la evolución se encuentran en el Plioceno, según los criterios básicos en los que se basa la hominización.